En Latinoamérica, al
igual que en el resto del mundo, la brecha salarial entre hombres y mujeres
persiste a pesar de la atención que el tema ha recibido a niveles
internacionales. Aunque hoy en día muchos tratan de adjudicarle la
responsabilidad al gobierno y/o a las compañías hablando de la falta de
regulaciones que nos lleven a la igualdad, la realidad es que nosotras también
somos parte del problema.
A nivel mundial, la
brecha es más grande de lo que debería ser porque nosotras tendemos a
valorarnos en menos comparado con los hombres. Luego de ayudar a mujeres en
todo el mundo a negociar, es evidente que -a nivel mundial- la mujer es mejor
negociando por otros que por sí misma.
¿Por qué? Existen
varias razones, pero en base a lo que he podido observar con mis clientas, ante
una negociación predomina el miedo (bastante real) de cómo serán percibidas
socialmente.
Las mujeres tenemos un
sentido de intuición muy desarrollado. Nosotras intuimos –correctamente- que,
si un hombre pide directamente un aumento de sueldo, es totalmente aceptable,
pero si nosotras tratamos de negociar directamente, somos percibidas como
presuntuosas, complicadas y atrevidas.
Como sociedad, estamos
condicionados a reaccionar de forma negativa cuando las mujeres demuestran
características egocéntricas por percibirlas como ajenas a la naturaleza de la
mujer- pero somos ambivalentes si así lo hace un hombre. Por lo mismo no es tan
aceptable (socialmente) ver que una mujer negocie por si misma- nos “place” más
el verla velando por el bien de otros (familia, amigas, causas, etc.).
En mi experiencia, las
mujeres en Latinoamérica se ven enfrentadas con más obstáculos en el mundo
laboral en comparación con las mujeres en Estados Unidos, por ejemplo.
Culturalmente, las mujeres y los hombres apoyamos la proliferación del machismo
sin darnos cuenta. En términos de sueldo, esto se traduce de forma sutil, pero
palpable cuando una mujer trata de negociar un alza.
Algunas herramientas
básicas:
- El primer error grave
que cometemos es valorarnos simplemente buscando una cifra gratuita en
internet. Si uno lo piensa, todas las grandes multinacionales tienen
equipos que sólo se dedican a fijar sueldos, e invierten mucho tiempo en
descifrar nuestro valor relativo al correspondiente al puesto para el que nos
estamos postulando. Asimismo, muchas empresas no utilizan recursos gratis
porque prefieren pagar por encuestas que proveen información verificable y
actualizada sobre sueldos en sus propias industrias. Si no puedes contratar a
alguien, revisa por lo menos tres sitios gratuitos y además habla con al menos
dos personas que hagan ese mismo trabajo- ojalá al menos un hombre ya que si
solo hablas con una mujer, es probable que ella sea víctima de la brecha.
- Debes asumir
que todo es negociable. No sólo pienses en el sueldo. A veces los
beneficios, las vacaciones y la opción de horarios flexibles es más importante
que negociar una mejora de sueldo.
- En vez de negociar
como hombre (o sea directamente), es preferible hacerlo como las mujeres mejor
sabemos hacerlo- creando un sentimiento de inclusividad. Me explico- un
hombre puede llegar y decir fríamente “Quiero que me paguen x porque eso es lo
que valgo.” Una mujer tiene que decirlo de otra forma para ser igual de
persuasiva. Por ejemplo: “Me encanta el trabajo que están haciendo aquí. El
equipo es muy eficiente y la estrategia muy bien implementada- yo quiero ser
parte de esto, creo que puedo contribuir al crecimiento de este equipo- me veo
ayudando a sacar adelante la estrategia… pero en verdad necesito su ayuda
porque el sueldo mínimo que puedo aceptar es x”. Lamentablemente, la realidad
es que tenemos que suavizar el campo de una manera en que los hombres no tienen
que hacerlo.
- No echar marcha atrás
cuando haya un silencio. Las mujeres tenemos la tendencia de ser las
primeras en rellenar silencios incómodos con concesiones. Estos silencios están
diseñados para hacernos caer y perder todo empoderamiento que teníamos de
entrada. Esto toma práctica, pero él no reaccionar ante un silencio nos puede
dar mucho poder en una negociación.
- Darse cuenta que las
negociaciones pueden tener resultados a largo plazo. Un “no” ahora, no
quiere decir no más adelante también. Si tu jefe te dice que no te puede subir
el sueldo ahora, pregunta si pueden trabajar juntos para llegar a tal número
(tu valor de mercado). Hazlo/la participe en proceso- pregunta que es lo que
necesitas para llegar a tal número y cuánto tiempo tardarían en trabajar juntos
para lograrlo. Por lo general, si tu jefe te nota motivado con salir adelante,
él/ella tiene un mayor incentivo para sacarte adelante.
- Ante una
renegociación o ir a pedir una subida de sueldo, no pillar al jefe/jefa
desprevenido/a. No abarques el tema cuando lo/la pilles haciéndose el café
de la mañana o camino al baño. Dale tiempo para prepararse ante la conversación
que se viene. Asegúrate de pedirle tiempo de antemano para discutir las
oportunidades de crecimiento dentro de la compañía.
Lo más importante a la
hora de realizar cualquier negociación es, diseñar una estrategia y no
presentarse ante el jefe/la jefa sin un plan bien estudiado. No improvises,
fundamenta tu plan de acción teniendo como base tus habilidades y destrezas.
Tienes que demostrarle a tu interlocutor que tenerte como parte de su equipo le
dará un mayor alcance a la compañía en el corto, mediano y largo plazo.
Fuente: www.elnuevodia.com/opinion/columnas/6estrategiasparanegociarcomomujer-columna-2226691/
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